miércoles, 28 de marzo de 2012

M, EL VAMPIRO DE DÜSSELDORF, Fritz Lang (1931) [8/10]

M, el vampiro de Düsseldorf, es la primera película sonora de Fritz Lang, uno de los mayores exponentes del Expresionismo Alemán, además de uno de los grandes directores de cine negro clásico.
La película está basada en el hecho real de Peter Kürten, el asesino en serie que aterrorizó a la ciudad de Düsseldorf a principios del siglo XX. En la película está interpretado por un debutante aunque increíble Peter Lorre, a quien la policía es incapaz de dar caza e incluso las asociaciones de crimen organizado acaban persiguiendo.
Siendo, como ya decimos, el primer filme sonoro de Lang, llama la atención lo bien que el director sabe adaptarse al nuevo medio utilizando como leitmotiv el silbido de Peer Gynt de Edvard Grieg por parte del asesino como seña de identidad para capturarle.
Hay quien ha señalado que M, el vampiro de Düsseldorf es una especie de advertencia a Alemania y a toda Europa ante el ascenso que estaba experimentando el nazismo. De hecho, parece ser que el título original de la película es M. Asesino entre nosotros. No obstante, es raro que esto efectivamente sea así, conociendo la ideología política de Thea von Harbou, mujer de Fritz Lang y co-guionista del filme.
Uno de los aspectos más interesantes de M, el vampiro de Düsseldorf, es el hecho de que plantee el comportamiento criminal como una enfermedad, invitando a pensar hasta qué punto puede la sociedad sedienta de sangre juzgar a alguien que no es responsable de sus abominables actos. Se habla así de la justicia, el Estado de derecho y otros muchos temas para la reflexión, especialmente en un momento en que, como ya se ha señalado más arriba, el nazismo estaba en pleno auge.
Yéndonos a su aspecto más técnico, el filme está dirigido de una forma absolutamente magistral, transmitiendo crudeza en cada plano, con estilosos movimientos de cámara y una capacidad para sugerir en lugar de contar propia de auténticos genios del séptimo arte.
Mención aparte merece también la espectacular interpretación de Peter Lorre, cuyo papel, además de su peculiar aspecto físico, le encasilló para siempre en la piel de villano de la historia.

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