domingo, 27 de marzo de 2011

EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE, John Ford (1962) [8,5/10]


Una de las mejores películas del western en particular y de la Historia del Cine en general es El hombre que mató a Liberty Valance, del maestro John Ford, director también de otras obras maestras del séptimo arte como La diligencia o Centauros del desierto.

Al igual que en dichos filmes, en El hombre que mató a Liberty Valance Ford vuelve a explicarnos su visión acerca de la sociedad estadounidense, de su sistema político y económico, resultando la película toda una defensa republicana del Estado de derecho y la democracia por encima de las dictaduras y de los tiranos. Lo cierto es que la película no deja un sólo cabo por atar, tratando temas tan vitales a la hora de analizar una sociedad como es la libertad de prensa, el papel que juegan los medios de comunicación en la democracia, y la forma en la que la ley y el orden deben hacer frente a la delincuencia y a la tiranía.

Siendo muy icónica a la hora de desarrollar sus personajes y muy teatral en su simplona puesta en escena, en esta película escrita por James Warner Bellah y Willis Goldbeck y basada en el relato corto de Dorothy M. Johnson, Ford vuelve a demostrar por qué es el mejor director de la Historia del Cine, por qué nadie maneja el lenguaje cinematográfico como él, y por qué él sí que se puede considerar todo un cineasta de oficio, y de los buenos, de los que no hacen chapuzas, sino auténticas obras de artesanía.

La película sitúa al espectador ante la llegada del anciano senador Ransom Stoddard (James Stewart) al pueblo de Shinbone para asistir al funeral de un antiguo amigo suyo. Ante unos pocos periodistas, Stoddard relata la historia que explica su relación con el difunto, y en la que aparece también involucrado el legendario bandido Liberty Valance (Lee Marvin).

Con un reparto de oro entre el que encontramos nombres tan atractivos como John Wayne, Vera Miles o el mismísimo Lee Van Cleef, esta obra maestra de Ford habla al espectador de política muy a las claras, y le invita a explorar las luces y las sombras por las que, en muchas ocasiones, la democracia se ve obligada a atravesar para hacer prevalecer sus intereses frente a aquellos que pretenden imponer los suyos a base de golpes de Estado.

EL GRAN LEBOWSKI, Ethan y Joel Coen (1998) [6,9/10]

El gran Lebowski, dirigida y escrita por los hermanos Coen, es una entretenida película que muchos reivindican como de culto y que relata la vida de El Nota (Jeff Bridges), un tipo cualquiera de una ciudad cualquiera al que un día cualquiera se le complican las cosas por accidente y vive una pequeña aventura que recordar con sus amigotes mientras juegan a los bolos. Quizá sea porque no estoy muy puesto en el cine de los Coen, pero he de decir que la película me ha decepcionado ligeramente, y no he conseguido entrar de pleno en ella. El guión es bueno, está bien estructurado y ofrece giros interesantes, pero lamentablemente El gran Lebowski se queda en una locura momentánea que tiene más de chorrada que de cine a tomarse en serio. Jeff Bridges interpreta a un vago y harapiento deshecho social que en un momento dado recibe la visita de unos matones reclamándole un dinero que su supuesta esposa les debe. Ocurre que dichos matones le han confundido con Jeffrey Lebowski, “El gran Lebowski”, un multimillonario poseedor de una gran fortuna con quien el Nota tratará de ponerse en contacto para aclarar todo el asunto. Dicha acción, en principio inocente, acabará por crecer como si de una bola de nieve se tratase hasta meter a El Nota y sus amigos Walter y Donny (John Goodman y Steve Buscemi) en una (en teoría) apasionante aventura de enredos y malentendidos donde los personajes más originales y peculiares desfilarán ante nuestros ojos, completando el reparto Julianne Moore y el siempre excelente John Turturro, entre otros. El Gran Lebowski constituye un original retrato de la sociedad norteamericana, tratando de forma elegantemente sutil temas que van desde la Guerra de Vietnam y su síndrome hasta la relación entre el poder económico y la corrupción, cargando con el peso de la historia un Jeff Bridges en el papel de un personaje que, hasta donde yo sé, estaba hecho a su medida y que resulta ser todo un icono de la sociedad occidental contemporánea. Lo mejor de la película es John Goodman, cuyo personaje ayuda a amenizar la película a aquellos que, como yo, no ven en El gran Lebowski aquello que todo el mundo ve.

sábado, 19 de marzo de 2011

INCENDIES, Dennis Villeneuve (2010) [8,2/10]

La apuesta de Canadá para los Óscar de este año no era en absoluto moco de pavo. Incendies, dirigida por Denis Villeneuve y basada en la obra teatral de Wajdi Mouawad, es una película potente y, desde luego, una de las más interesantes que nos ha traído este 2010.
Al igual que hiciera Costa-Gavras en su aclamadísima Z, la historia de Incendies se desarrolla en una ciudad y un país de los que no se especifica el nombre, aunque en el caso de la canadiense se intuye que se trata de Líbano. Dos gemelos, Simon (Maxim Gaudette) y Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin), tras leer el testamento de su madre, Nawal Marwan (Lubna Azabal), deberán entregar una última carta que ésta le envía a su padre, a quien creían muerto; y a su hermano, del que desconocían su existencia.
Se desencadena a partir de esta premisa una sorprendente historia cargada de mitología griega acerca del amor, pero también acerca del odio, y de cómo éste se transmite de generación en generación, en gran parte motivado por la religión, dando lugar a terribles guerras y estableciendo las líneas maestras según las cuales el mundo se explica a sí mismo.
Lo primero que llama la atención en este filme de Villeneuve es su estructura narrativa, parece ser que respetando la obra teatral original y denotando un elaborado trabajo de montaje, cuyo desconcierto inicial viene acentuado por el parecido entre las dos actrices principales.
Incendies engancha, y logra dejar al espectador en su sitio y boquiabierto, ya sea a través de escenas que quedarán marcadas a hierro en nuestra retina, ya sea mediante efectivos, que no efectistas, giros de guión que demuestran el buen hacer de Villeneuve, co-guionista del film.
Por tanto, habiéndome dejado seducir por la apuesta visual tan realista que constituye Incendies y vivido toda una experiencia frente a la gran pantalla gracias a sus imágenes, no puedo sino empezar a tachar en mi calendario los días que faltan para el estreno de En un mundo mejor, de Susanne Bier, la cual, en competición contra esta de Villeneuve, fue la que se hizo finalmente con el Óscar a la Mejor Película de habla no inglesa. Claro que también fue la sobrevalorada El discurso del rey, y no Origen o La red social, quien quedó como gran vencedora de la noche, por lo que uno ya no sabe a qué atenerse.

jueves, 17 de marzo de 2011

ALL THAT JAZZ, Bob Fosse (1979) [7,6/10]

Uno de los nombres más importantes de la Historia del musical es el de Bob Fosse, quien tras las exitosas Cabaret y Lenny volvió a regalarle al mundo otra pequeña joya llamada All That Jazz. Escrita junto a Robert Alan Arthur, el tema que nos presenta Fosse gira en torno a la muerte y a las relaciones que se establecen entre ésta y el mundo del espectáculo, algo que más tarde también será explorado por Aronofsky en películas como Réquiem por un sueño o Cisne negro. Hablando de Réquiem por un sueño, la relación con esta última película en concreto se traslada también al particular montaje de All That Jazz, pastillas de por medio incluidas, que demuestra que la película de Fosse constituye, sin duda, una fuente de inspiración de Aronofsky, y seguramente de muchísimos otros directores, que eligen la decadencia en el escenario como metáfora del fracaso obtenido en la vida real.
Fosse nos habla acerca de aprovechar lo que uno tiene, en una inicialmente aburrida película que va ganando interés con el tiempo hasta culminar en todo un derroche de energía y espectáculo, reafirmándose como una obra a tener en cuenta. En el papel protagonista tenemos a Roy Scheider, a quien ya habíamos visto en películas como Tiburón, y que en su papel de Joe Gideon, ese coreógrafo enamorado de su trabajo y sin apenas tiempo que dedicar a aquellos que le quieren y le aprecian, se transforma a la perfección en el alter ego del propio Bob Fosse, pues es sabido que All That Jazz posee un alto porcentaje de autobiografía.

Los números musicales, que al fin y al cabo es lo que cuenta en películas de este tipo, pueden llegar a hacerse pesados por lo que respecta a su duración, pero en absoluto molesta. De hecho, pareciera como si al bueno de Fosse ni siquiera le hubiese importado lo más mínimo la estructura de su historia a la hora de mantener el ritmo, porque lo importante era centrarse en la decadencia del personaje que al fin y al cabo es él mismo. Las secuencias oníricas y surrealistas también se agradecen en ese sentido.

sábado, 12 de marzo de 2011

RANGO, Gore Verbinski (2011) [7/10]


Gore Verbinski, el director de la archiconocida saga Piratas del Caribe, se ha pasado a la animación a la hora de llevar a cabo su última película, Rango, escrita por John Logan y basada en una historia del propio Verbinski y James Ward Byrkit.

Rango (Johnny Depp) es un simpático lagarto, mascota de una familia, que tras un ligero accidente de coche sale despedido y es dejado de la mano de Dios en medio del desierto. Llegará al pueblo de Dirt, cuyas gentes se ven aquejadas por un extremadamente terrible mal: no tienen agua.

Sin ninguna duda, pues la película es bastante flojilla, lo mejor del filme es el guiño al western que durante todo el metraje se realiza en Rango. Verbinski conoce el lenguaje del género a la perfección, conoce sus personajes, sus escenarios y sus tramas, y precisamente por eso las escenas que más chocan y que menos interés despiertan son aquellas que no encajan dentro de la definición del género western. Por lo demás, como ya decimos, se asiste en ocasiones a escenas de verdadero cine bien hecho que llegan a remitir a John Ford, Sergio Leone y Clint Eastwood.

Si bien los personajes son realtivamente planos y apenas interesan al espectador, lo cierto es que físicamente están muy bien retratados, hasta el punto de no saber si se está ante, por ejemplo, la terrible serpiente Veneno Jake, o ante el malencarado Lee Van Cleef de El bueno, el feo y el malo.

Rango empieza floja, y aunque va subiendo de emoción conforme pasan los minutos, acaba por resultar tristemente olvidable, lo cual es una desgracia, pues contaba con todos los requisitos para convertirse en una divertidísima película acerca de la corrupción urbanística y los coqueteos del poder político con el mundo del crimen.


martes, 8 de marzo de 2011

EL COCHECITO, Marco Ferreri (1960) [7,3/10]

Una de las obras más interesantes que nos ha brindado el cine español es El cochecito, dirigida por Marco Ferreri y escrita por el siempre magistral Rafael Azcona basándose en su propia novela. El cochecito cuenta la historia de Anselmo (José Isbert), un viejecito encaprichado con comprarse un vehículo para discapacitados como el que tiene su amigo Lucas, razón por la cual se encuentra con la firme oposición de su familia, especialmente la de su hijo Carlos (Pedro Porcel).
El cochecito es una bella película que focaliza la mirada en la vejez, lo cual sirve a sus creadores como excusa para, tal y como siempre supo hacer bien Azcona, realizar un somero análisis de la sociedad española de principios de los 60’, resaltando hasta el esperpento todos y cada uno de sus defectos: la hipocresía, el cinismo, el egoísmo, la preocupación por el qué dirán, la insolidaridad, etc. Aunque de todos es sabido que los ataques más furibundos de Azcona a aquella España se profirieron gracias al combo que formó con el valenciano Luis García Berlanga en obras como Plácido o El verdugo, lo cierto es que esta cinta dirigida por Ferreri tampoco se queda corta cuando de poner a esa sociedad tan pícara de vuelta y media se trata.
Así, Azona y Ferreri nos muestran a través de una comedia amarga la cara más fea de aquella sociedad de espíritu tan empobrecido, discapacitada social y culturalmente, en la que los papeles se invertían y los viejos pasaban de ser hombres sabios a ser niños caprichosos, siendo tratados como tales por sus propios hijos.
De estética neorrealista, El cochecito se asemeja al maestro Berlanga en su realización, mediante la cual el director nos deleita con planos de larga duración en los que los personajes se construyen a sí mismos con una solidez propia de grandes profesionales de la interpretación.


domingo, 6 de marzo de 2011

AKIRA, Katsuhiro Ôtomo (1988) [6,6/10]

Posiblemente junto con las de Hayao Miyazaki, Akira de Katsuhiro Ôtomo es una de las películas cumbre de la animación japonesa. Basada en el cómic del propio director, Akira nos sitúa en un espacio post-apocalíptico, en el año 2019, en una ciudad construida sobre las ruinas que la Tercera Guerra Mundial hizo de Tokyo. Neo-Tokyo es una ciudad impersonal y opresora a más no poder, y deprimente hasta la extenuación, ambas características definitorias del subgénero cyberpunk, donde la población vive inmersa en peligrosas convulsiones políticas que amenazan la seguridad de forma constante. Para contener la situación, el Gobierno de Neo-Tokyo trabaja por encontrar la fuerza con la que hacer frente al problema, la cual resulta encontrarse en el cuerpo del joven Tetsuo, miembro de la pandilla de Kaneda.
De argumento ligeramente complicado para aquellos que no somos amantes del género, Akira viene a aportar una interesante reflexión acerca del exceso de poder, de sus orígenes y de la necesidad de controlarlo, ya no sólo por las consecuencias directas que puede traer consigo mismo, sino por los efectos alienantes y demagógicos de tinte fascista que puede sembrar en la sociedad.
A pesar de no haber leído el cómic y, por lo tanto, no poder opinar largo y tendido acerca de su adaptación al celuloide, sí podemos afirmar que con la película de Akira, Ôtomo ha sabido utilizar bien el lenguaje cinematográfico para adaptar su obra, haciendo sobretodo un interesante uso de ese elemento que, debido a sus características, no pudo utilizar en el cómic: el sonido. Así, la música de Shoji Yamashiro genera la adecuada tensión, y los más que aceptables efectos sonoros harán que en ocasiones lleguemos a tratar de quitarnos las salpicaduras de sangre de la cara. Eso sí, sería de agradecer que cada vez que un personaje estornude no saltase todo por los aires, porque lo cierto es que tanta explosión de marras acaba por cansar cuando no por resultar cómicamente exagerada.