viernes, 29 de octubre de 2010

BURIED, Rodrigo Cortés (2010) [9,1/10]

Magistral. Esa es la mejor forma de definir la última película de Rodrigo Cortés, Buried. Ya en los títulos de crédito el espectador es sumergido bajo tierra para ser llevado hasta la caja de pocos metros cuadrados en la que se encuentra Paul Conroy (Ryan Reynolds).
Quién nos iba a decir que estar durante 93 minutos en un ataúd podía llegar a ser tan interesante y entretenido. Porque esa es una de las virtudes del film: no sale nunca de la caja. Ni recuerdos, ni flashbacks, ni montaje paralelo, nada. Y el interés no decae ni un solo segundo. Se consigue así que el espectador empatice al cien por cien con el pobre Paul, se le transmite su agobio y su claustrofobia, el calor que siente dentro del ataúd, la frustración y la desesperación. Se nos corta la respiración desde el minuto uno y no se nos libera hasta el final.
La película podría encerrar una cierta metáfora con respecto a cómo se siente el ciudadano de a pie en tanto que individuo frente a las instituciones que dirigen y gobiernan su vida, desde el Gobierno hasta las empresas. Y qué mejor manera de expresarlo que enterrándolo vivo en el desierto de Irak sin apenas utensilios que lo puedan sacar de ahí.
Con pequeñas dosis de humor negro que en ciertos momentos pueden chirriar, Buried emociona gracias a una espectacular interpretación de un más que correcto Ryan Reynolds que hiela la sangre, y que junto con el excelentísimo guión de Chris Sparling y la música de Víctor Reyes (tal vez un poco efectista al estilo de Tiburón) forma la combinación perfecta para que Buried se convierta en una de las películas más interesantes del cine español de los últimos años.

miércoles, 27 de octubre de 2010

PICKPOCKET, Robert Bresson (1959) [5/10]

Sabía que Robert Bresson era uno de los directores más importantes de la historia del cine, y que Pickpocket era una de sus obras maestras, por lo que decidí dedicar poco más de una hora a echar un vistazo a dicha película, y la verdad es que un servidor se vio ligeramente decepcionado.
La primera mitad de la película se hace aburrida, a lo cual contribuye de forma extraordinariamente poderosa la pésima interpretación de los actores. Hay momentos en los que se puede apreciar cómo están leyendo un papel que tienen delante y que queda oculto a la cámara. Uno tiene la sensación de que los personajes han desaparecido y que no hay tales, que simplemente estamos viendo un guión. Y es que por lo visto, esta anulación de los personajes era intencionada por el propio Bresson, supongo que porque era algo de lo más vanguardista.
Pickpocket cuenta la historia de Michel (Martin LaSalle), un carterista que se desenvuelve por las calles y el metro de París. A este personaje se le puede encontrar cierto parecido con el que 17 años después nos encontraremos en Taxi Driver, Travis Bickle. Ambos son personas solitarias, ambos escriben un diario, y ambos están disconformes con la sociedad en que les ha tocado vivir, y pretenden cambiarla de uno u otro modo.
La película empieza a dejar de hacerse pesada en la segunda mitad, cuando la cámara nos muestra cómo Michel escoge a quiénes va a robar y les birla la cartera de forma absolutamente cantosa para el espectador pero, entendemos, discreta para el ladrón y su víctima. Se trata, quizá, sencillamente de que podamos apreciar qué movimientos exactos hace Michel para lograr su cometido, y la verdad es que resulta de lo más interesante. Es posible que no la viese en el mejor momento, o que sencillamente soy demasiado tonto para entenderla en su plenitud, pero creo que Pickpocket es un filme sobrevalorado que únicamente se salva por la preciosa música de Jean-Baptiste Lully. Tendré que ver más filmes del autor, Un condenado a muerte se ha escapado, por ejemplo.


lunes, 25 de octubre de 2010

LA RED SOCIAL, David Fincher (2010) [7/10]

Es una película sobre el creador de Facebook, Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg), centrada en el doble juicio que tuvo contra los gemelos Winklevoss (Armie Hammer) por un lado, quienes le acusaban de haberles robado la idea; y por otro contra el Director financiero de Facebook, Eduardo Severin (Andrew Garfield), su único amigo verdadero.

Uno de los aspectos más positivos del último film de David Fincher es quizá el hecho de que para ver y entender la película no hace falta tener Facebook; basta sólo con conocer un poco de lejos en qué consiste dicha herramienta. Así, los que aún no nos hemos enganchado a la nueva droga informática del siglo XXI, hemos tenido también la oportunidad de disfrutar de La red social como críos.
Y es que, en el fondo, la película de David Fincher no trata tanto del dichoso Facebook en sí, como del valor de la amistad y de cómo ésta está en la mayoría de los casos enfrentada con el éxito, siendo así que la creación de Facebook y los tira y afloja de Mark Zuckerberg con sus oponentes en el juicio no son más que el escenario y la ambientación para que el guionista Aaron Sorkin, basándose en la novela de Ben Mezrich Multimillonarios por accidente, reflexione en torno a dichos valores de amistad y éxito, el cual muchas veces es inseparable de la soledad. A este respecto conviene destacar la interpretación de Justin Timberlake como Sean Parker, creador de Napster, que mediante su conocido programa dio un giro de 180º a la industria discográfica hasta convertirla en lo que es hoy: “Prueba a montar una tienda de discos, Wardo”. Genial.
Es curioso, porque La red social poseía todos los ingredientes para que de antemano la película me pareciese una mierda: por un lado trataba sobre el Facebook, aprovechando el tirón que en nuestros días la red social de las narices está teniendo, y además contaba con la aparición del guaperas de Timberlake, un claro señuelo para que las quinceañeras que mojan sus bragas con sus canciones se dejasen siete pavos en la entrada por verle actuar. Pero la dirección de Fincher y el saber que Kevin Spacey se encontraba de algún modo a los mandos del proyecto equilibraron la balanza, y como ya digo, la interpretación de Timberlake me resultó bastante gratificante, por lo que salí de la sala más feliz que un regaliz.
Pero, volviendo al tema de la soledad, eso es precisamente lo que le pasa a Zuckerberg: está sólo, no tiene amigos, y el único que tiene no lo sabe mantener. Lo que uno saca en claro tras haber prestado atención a la historia es que los amigos son algo más que contactos en nuestro ordenador, que podemos tener miles de “amigos” en nuestra red social, pero que no por ello van a ser amigos de verdad. Por tanto, la opinión del realizador en cuanto a Facebook es tirando más bien a negativa, como negativa es la imagen que se da de Zuckerberg.

Con un ritmo quizá excesivamente trepidante al que en un principio cuesta acostumbrarse, el filme está genialmente contado. La forma de entremezclar los momentos de un juicio y otro y éstos a su vez con las experiencias de Zuckerberg y Eduardo es sublime, como sublime es la escena en la que se muestra cómo a Zuckerberg se le ocurrió la idea de que cada usuario de Facebook indicase explícitamente si estaba casado, soltero, con rollo, etc.
De todas formas, hay que señalar que, si bien es cierto que con esta obra David Fincher demuestra que sigue en forma y que no está decayendo con el paso del tiempo, no lo es que, como han afirmado algunos, estemos ante la mejor obra de David Fincher, puesto que Seven o El club de la lucha siguen ganando a La red social por goleada.




sábado, 23 de octubre de 2010

HIERRO 3, Kim Ki-duk (2004) [7,7/10]

Tae-suk (Jun-Kyoon Lee) es un joven que se dedica a meterse en casas ajenas mientras sus dueños no están en ellas. Un día, en una de sus visitas, encuentra a Sun-hwa (Seung-yeon Lee), una joven que vive recluída en su casa y que es maltratada por su marido. Sun-hwa decidirá unirse a él en sus viajes por las casas de los demás, y entre los dos irá floreciendo una hermosa relación contada de forma magistral por el surcoreano Kim Ki-duk.

La relación entre Sun-hwa y Tae-suk recuerda en cierto modo a la que, en los años 60’, mantuvo una ama de casa de Iowa llamada Francesca con un fotógrafo de la National Geographic de nombre Robert Kincaid. En Hierro 3, al igual que en Los puentes de Madison, nos encontramos con un amor utópico, imposiblemente bello y hermoso, que, aún a pesar de haber sido corto o quizá precisamente por ello, permanece en nuestra memoria con tal nitidez que nos parece posible volver a vivirlo en cualquier momento. Que ese romance sea real o sea imaginario es lo de menos, porque lo cierto es que en Hierro 3, Kim Ki-duk cuenta las cosas de tal manera que parece que mezcla lo onírico y surrealista con lo real. Los personajes no articulan una sola palabra durante toda la película, logrando así el surcoreano una atmósfera que, junto con la característica puesta en escena, otorga al filme la infalsificable firma de Kim Ki-duk, y que le convierte en uno de los directores orientales más importantes de nuestro tiempo.

Kim Ki-duk repetirá argumentos en torno al amor en Time, como ya se ha visto en este blog, y un servidor está a la espera de ver más obras de este director para comprobar si en el resto de su filmografía esto sigue siendo así y se siguen contando tan bellas historias de forma tan metafórica, simbolista y apasionante.
La fotografía y la música aportan la guinda adecuada para que este pastel que es Hierro 3 sea de lo más exquisito para el espectador y quede fascinado por esta demostración (una más de tantas) de lo que los orientales saben hacer con una cámara.


jueves, 21 de octubre de 2010

LA CUADRILLA, Ken Loach (2001) [8/10]

Uno de los cineastas actuales que de forma más patente deja entrever sus ideales políticos en cada uno de sus filmes es el británico Ken Loach. De tendencia trotskista, Loach es conocido por sus filmes de temática social, cercanos a las clases bajas y no exentos de críticas al poder capitalista y neoliberal. En este sentido, películas como La cuadrilla entroncan con otras comentadas en este blog como Full Monty, donde también se retrata la vida de obreros golpeados por el capitalismo de la Dama de Hierro Margaret Tatcher.
Si en la película de Cattaneo veíamos a un grupo de desgraciados a los que Maggie dejaba en bolas, en La cuadrilla asistimos a las vivencias de unos trabajadores ferroviarios que ven cómo la compañía en la que trabajan es privatizada y han de amoldarse a las condiciones laborales exigidas por el nuevo jefe.
Con algunos actores traídos de hecho de la película de Cattaneo, como es el caso de Steve Huison, que si bien interpreta a dos personajes iguales en su situación económica son prácticamente antagónicos en su posición ante la vida; pienso que una de las mayores virtudes de La cuadrilla, y quizá de la práctica totalidad del cine de Ken Loach, es la inteligente combinación de comedia y tragedia para contarnos una historia que sin duda es triste, aportando graciosos momentos que nos arrancan una sonrisa. El realizador británico consigue así no sólo criticar el sistema económico liberal, sino además reírse de él y contar una tierna historia que a nadie deja indiferente y que invita a la reflexión.
En La cuadrilla, Ken Loach deja claro que, bajo el capitalismo, el obrero se convierte en su propio enemigo al asumir como propios los intereses de su explotador, lo cual le trae sin duda terribles consecuencias que es preciso tener en cuenta ante la posibilidad de quedarse sin trabajo.
Sumergidos en un triste paisaje nublado típico de Inglaterra, los personajes ven cómo su situación laboral les afecta no sólo en lo económico, sino también en lo personal, familiar y sentimental, hecho que, gracias a que parte del reparto está conformado por actores no profesionales, acerca al espectador las vivencias de cada una de esas personas para que las viva como propias, para que veamos en cada uno de los personajes de la pantalla esas mismas personas que vemos nosotros, espectadores, en nuestro día a día cuando vamos a nuestros centros de trabajo. Genial película de un más que interesante director.


martes, 19 de octubre de 2010

TERCIOPELO AZUL, David Lynch (1986) [6/10]

Como otras muchas películas de David Lynch, Terciopelo azul es un film de culto en el que el director indaga en las miserias y putrefacción que se esconden tras la fachada de libertad y felicidad de la sociedad estadounidense. La película empieza mostrándonos típicas escenas de un american way of life consolidado, con permanente sonrisa en la cara, pero bajo el que se esconden cucarachas y mugre. Podemos vivir muy tranquilos en nuestro chalet y salir cada mañana a regar el jardín sin ningún remordimiento de conciencia, pero sabemos que ahí fuera el crimen, la corrupción, la violencia y la explotación sexual están a la orden del día, y no por apartar la mirada de todos esos elementos éstos van a desaparecer. Estando las cosas como están, uno quiere pensar que, a pesar de todo, siempre nos van a quedar otras cosas, como el amor, que nos animarán a tirar hacia delante en un mundo caótico.
La historia de la que se sirve David Lynch para reflejar esta idea consiste en la investigación de un asesinato por parte de un joven llamado Jeffrey (Kyle MacLachlan) con tendencias detectivescas que involucra a una famosa cantante de club nocturno interpretada por Isabella Rossellini.
Como en otras muchas obras de Lynch, la partitura del filme vuelve a estar a cargo de Angelo Badalamenti, que aporta ese tono de tensión que contribuye a crear la atmósfera, aspecto completado por la en cierto modo oscura fotografía de Frederick Elmes, la cual dota a la obra de una estética particularmente tétrica, sobre todo cuando se presenta ante nuestros ojos ese desfile de peinados ochenteros tan horteras, valga la redundancia.
Siendo en ocasiones ligeramente aburrida a pesar de llevar prácticamente en su totalidad de metraje un ritmo correcto, Terciopelo azul permite a su realizador empezar a encontrar su sitio en lo que a confección de personajes estrambóticos se refiere, desde Frank (Dennis Hopper) hasta su amigo Ben (Dean Stockwell), ambos terroríficos a su manera. También, por supuesto, hay sitio para esa relación tan pastelosa entre Jeffrey y Sandy (Laura Dern) que, bien mirado, tampoco incomoda en demasía.
Pero sin duda, uno de los aspectos que más llama la atención del filme es el personaje interpretado por la hija de Roberto Rossellini e Ingrid Bergman, Dorothy Vallens. Sus curiosas apetencias sexuales nos recuerdan, a los que habíamos visto antes La pianista de Haneke, inevitablemente a los de aquella estricta profesora de piano magistralmente interpretada por Isabelle Huppert, donde violencia y sexo se entremezclaban hasta el punto de ser imposible distinguir entre uno y otro. Algo parecido ocurre en Terciopelo azul, y en la sociedad que representa ante nuestros ojos.

domingo, 17 de octubre de 2010

UN PEQUEÑO CAMBIO, Josh Gordon y Will Speck (2010) [5/10]

Un pequeño cambio, la última película de los creadores de Pequeña Miss Sunshine y Juno, gira en torno a una mujer que, cumplidos los cuarenta años, se da cuenta de que ya va siendo hora de tener un hijo, y a falta de un hombre con quien tenerlo recurre a la inseminación artificial. Se afronta así el tema de la maternidad como forma de evolución de la mujer, y se invita a reflexionar acerca de hasta qué punto es tarde para tener hijos. En este sentido, Kassie y Wally, los personajes encarnados por Jennifer Aniston y Jason Bateman, representan visiones opuestas y antagónicas con respecto a este tema. ¿Se debe esperar a la persona adecuada aunque parezca que se está retrasando demasiado? ¿O por el contrario hay que tener visión de futuro y ser consciente de que a cierta edad ya está empezando a ser demasiado tarde?
En Un pequeño cambio estos interrogantes se le van a ir planteando al espectador en clave cómica, a través de un guión que alterna casi matemáticamente las escenas más dramáticas y emocionantes con las más divertidas e incluso gamberras. Así, si en una escena nos estamos riendo a causa de las manías de Wally y su comportamiento neurótico, en otra nos estamos emocionando por sus sentimientos hacia el niño, todo ello acompañado de la música de Alex Wurman, la cual, por cierto, podría ser calificada por más de uno de efectista.
Uno de los aspectos que más se agradece de la película de Gordon y Speck es el haber elegido la Gran Manzana como ambientación de la historia, pues esas secuencias que muestran las calles de Manhattan y Central Park podrían remitir ligeramente a cineastas que también han escogido Nueva York como plató de sus producciones. Si bien, no estamos hablando de Woody Allen ni de lejos.
Además, esto último puede corroborarse con el decepcionante y en cierto modo absurdo final que, aunque quizá lógico para comedias románticas de este tipo, hace aguas por todos lados y da la sensación de estar metido con calzador.
En definitiva, Un pequeño cambio es una comedia romántica agradable de ver, cuya carta más alta resulta ser la bastante correcta interpretación del dúo Aniston-Bateman, la cual disimula pero en ningún caso disculpa el fallido final.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL ÚLTIMO, Friedrich Wilhelm Murnau (1924) [7/10]

Una de las obras más importantes del Expresionismo Alemán es El último, dirigida por Murnau, e incluida dentro de la corriente creada por el dramaturgo Max Reinhardt conocida como Kammerspiele. Reinhardt proponía un teatro que consiguiese una mayor proximidad entre la representación y el público, que por fuerza debía ser reducido para captar mejor todas y cada una de las expresiones de los personajes. Murnau fue uno de los muchos cineastas alemanes que bebieron de su influencia, creándose así una corriente cinematográfica paralela al Expresionismo Alemán que se conocería como Kammerspielfilm.
El último es una importantísima obra en la Historia del Cine por ser una de las primeras en hacer un uso narrativo del movimiento de la cámara. Para ello, el operador Karl Freund se colgaba la cámara del pecho o la enganchaba en el extremo de una escalera de incendios para lograr espectaculares travellings. Del mismo modo, la cámara se mete en ascensores y distorsiona la imagen, acercándonos así a las sensaciones que está experimentando en ese momento el personaje, genialmente interpretado por Emil Jannings. Éste se convertiría en uno de los actores más importantes de toda Alemania, y quedará para la posteridad su interpretación del profesor Unrath para El ángel azul de Josef Von Sternberg.
En El último de Murnau, Jannings interpreta al portero de un lujoso hotel que es el orgullo de su barrio por lucir tan galante uniforme. Sin embargo, un día recibe la noticia de que, debido a su edad, será degradado a limpiador de los servicios, diciendo adiós a su uniforme y por lo tanto a su orgullo.
La película pretende ser una crítica antimilitarista a la excesiva importancia que en la sociedad alemana de entonces se daba al uniforme. No obstante, parece ser que el propio Jannings convenció al director para que añadiese un epílogo donde se explicase que, más que el uniforme, lo que otorga orgullo y poder sobre los demás a un hombre es el dinero que posea.
Con una magistral interpretación de Jannings reflejada en esos expresivos primeros planos, El último emociona por hacer gala de un excelente uso de la cámara para transmitirnos pena, vergüenza o cualquier otro tipo de sentimiento que sea preciso transmitir a base de distorsiones y fundidos entre imágenes.

miércoles, 13 de octubre de 2010

TIME, Kim Ki-duk (2006) [7,3/10]

Seh-hee (Ji-Yeon Park) está preocupada porque cree que está dejando de gustar a Ji-woo (Jung-woo Ha), su chico. Piensa que él se aburre de ver siempre el mismo cuerpo tras dos años juntos, y decide operarse y cambiar su aspecto.
Siendo la primera película que veo, no sólo de Kim Ki-duk, sino de cine coreano en general, he de decir que Time, aunque de primeras le descoloca a uno los esquemas ligeramente, es una genial historia acerca de medias naranjas y de paso del tiempo como cura de todos los males.
Ambos protagonistas desaparecen, se toman un tiempo para cambiar de cara, literalmente, estableciendo así Kim Ki-duk una genial metáfora. En cierto modo hacemos lo mismo cuando nos tomamos un tiempo con nuestras parejas, tenemos la esperanza de volver siendo unas personas nuevas, “otra cara”. Pero las cosas no volverán a ser iguales, ya no es lo mismo, y es frustrante saberlo.
Todos tenemos un modelo de cómo queremos que sea nuestra media naranja y lo vamos buscando por el mundo. Creemos que lo hemos encontrado, pero no. Vemos cosas que concuerdan con la definición de nuestra media naranja, pero sólo son meras coincidencias, y acabamos por entrar en un bucle sin fin en el que no podemos estar sin esa persona, pero tampoco con ella.
La fotografía y música del filme son preciosas. He visto poco cine oriental, pero lo poco que he visto me ha parecido que en general suele tener muy cuidados estos dos elementos, y suele ser muy gratificante a este respecto. Time, sus personajes y sus ambientes, la sociedad que muestra, parece ser muy occidental a pesar de desenvolverse en Asia. La forma de vestir de los protagonistas, su forma de moverse, apenas guardan diferencias con lo que se ve en Estados Unidos o en el viejo continente. Y esa forma de ser tan occidental mezclada con esos otros aspectos tan orientales y exóticos a ojos de un ciudadano de Occidente, otorga una fuerza y belleza visual que engancha desde el primer momento y hace el visionado muy agradable. A propósito de esto conviene destacar escenas tan sobrecogedoras como las de las esculturas del parque o las de Seh-hee con la careta de sí misma, que remiten casi a lo onírico y al surrealismo, todo ello bañado ocasionalmente en un peculiar sentido del humor del que el autor hace gala.

lunes, 11 de octubre de 2010

AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS, Werner Herzog (1972) [6,7/10]

Una de las películas más importantes del Nuevo Cine Alemán es Aguirre, la cólera de Dios, del también importante director germano Werner Herzog, firmante junto con Fassbinder y Wim Wenders del Manifiesto Oberhausen.
La película se sitúa en el año 1560 para contarnos, a través del diario del cura Gaspar Carvajal (Del Negro), las experiencias que vive un grupo de misioneros españoles por la selva del Perú en busca de El Dorado. Tras unos días sin dar con su objetivo, un grupo especializado de ellos es encargado de encontrarlo por sí mismo, y si fracasan en su cometido abandonarán la misión. En este reducido grupo irán los soldados más valientes de la expedición, destacando el colérico e impulsivo Lope de Aguirre (Klaus Kinski).
Werner Herzog nos cuenta una historia acerca de perseguir una utopía, costando sangre, sudor y lágrimas, y toda una cantidad de esfuerzos encaminados a lograr algo que creemos (y sólo creemos) que nos traerá la felicidad. Actuamos así más movidos por la fe que por otra cosa, y nadie puede hacernos cejar en nuestro empeño, ni siquiera la evidencia de que eso que buscamos es algo que a todas luces carece de sentido.
La cinta posee planos largos y contemplativos, muy europeo, destacando sobre todo ese último giratorio en torno a la balsa en la que Aguirre se mantiene en pie. Es éste un peculiar personaje interpretado por un no menos peculiar actor, que, por lo visto, se llevaba a matar (literalmente) con Werner Herzog y no decía precisamente maravillas de él. No obstante, según tengo entendido, Herzog acabó por reconocer que en realidad era todo mentira, y el supuesto pique que había entre él y su actor fetiche tenía más de publicidad gratuita que de verdadero enfado. Sea como sea, no es importante ahora.
Aguirre, la cólera de Dios fue la película que hizo que el nombre de Werner Herzog fuese conocido entre los amantes del cine, y quizá sea de las pocas obras que merece más la pena verla doblada que en versión original, porque eso de ver a españoles hablando un excelente alemán y chapurreando castellano no es serio.

sábado, 9 de octubre de 2010

ORIGEN, Christopher Nolan (2010) [8/10]

Al igual que en otras obras anteriores, Christopher Nolan en Origen nos sitúa inicialmente en un punto intermedio de la historia, para luego volver a otro punto anterior y, a medida que la historia avanza y volvemos a visitar el punto inicial ya con más información, las cosas nos empiezan a cuadrar mejor y nos damos cuenta de que la película, efectivamente, ha merecido la pena.
Leonardo DiCaprio interpreta a Dom Cobb, un ladrón de ideas que necesita volver a su país con sus hijos, donde es perseguido por ser el supuesto autor del asesinato de Mal, su mujer (Marion Cotillard). Para ello Cobb deberá hacer un un último trabajo para Saito (Ken Watanabe), un dueño de empresa con mucha pasta capaz de sobornar a la justicia de EEUU y que dejen pasar a Cobb.
Si en tanto que con el tema de los sueños de fondo Origen nos remite a Freud, psicoanálisis y demás conceptos por el estilo, en cuanto a la idea de que uno es capaz de, más o menos, dominar el mundo plagado de impresionantes efectos visuales que Nolan nos presenta, es inevitable que el filme nos remita a Matrix, donde el Elegido conseguía dominar el sistema para gusto de Morfeo.

Coincido con algunas opiniones según las cuales la película quizá se pase autoexplicándose, pero creo que el error no está en que se autoexplique, porque si no estaríamos quejándonos de que no se entiende nada. El error está más bien en no saber cómo meter esas explicaciones en el guión de forma que no parezca que están metidas con calzador, porque es lo que en más de una ocasión parece. No obstante, es menester señalar que la más que correcta interpretación de todos los actores disimula bastante bien este tipo de cosas y nos permiten seguir disfrutando del filme como críos.
Lo cierto es que el nombre de Christopher Nolan está empezando a hacerse un hueco dentro del Hall of Fame de los directores contemporáneos más importantes e interesantes, donde también encontraríamos nombres como David Fincher o Michael Haneke. Películas como Origen demuestran que su realizador sigue en forma y que no decae con el paso de los años. Esperemos que así sea durante largo tiempo.

jueves, 7 de octubre de 2010

COME, REZA, AMA, Ryan Murphy (2010) [4/10]

La tan cacareada última película de Julia Roberts y "Javier Bardem" (más adelante explicaré las comillas) es una mierda considerable. Puedo tirarme tres horas frente a una pantalla si la historia que me están contando me interesa o me la creo, pero no aguanto siquiera hora y media si lo que veo no me gusta un pelo, como es el caso de la última cantada de Ryan Murphy, que lleva por título Come, reza, ama. Quizá debería añadírsele al título el imperativo "duerme", y tendríamos toda una sesión de hipnosis como Dios manda, porque lo cierto es que el filme es un tostón de impresión.
La película consiste en un argumento tan original como una escritora que necesita equilibrio y paz interior ¿y dónde va a buscarlo? Efectivamente, a un país de nombre impronunciable que no sabríamos situar en un mapa. Oriente, al fin y al cabo, donde todo es muy kitsch y la pobreza y la suciedad son algo de lo más cool. La película no es sólo que sea larga; es que es aburrida. No llego a empatizar con los personajes, ¡y mira que tengo casi dos horas y media!, pero nada.

He de reconocer que en alguna que otra ocasión la realización está bien resuelta: planos originales, cortes elegantes, angulaciones de cámara peculiares, pero es querer buscar donde no hay. Además, siendo una protagonista tan aventurera, el director nos obsequia con bellísimas tomas de lugares remotos de Roma y Bali, por los que Julia Roberts va pasando, donde va conociendo gente muy interesante, con mucho mundo interior y muchas cosas filosóficas que decir. Es que es viajar fuera de tu país y a uno le aumenta el coeficiente intelectual diez puntos, oye. La cosa es que Liz, que así se llama el personaje interpretado por Roberts, va conociendo gente guay con los que ella se reirá mucho, pero que a los espectadores nos aburren de forma bestial. Y cuando uno lleva dos horas preguntándose por qué sigue sentado en la butaca en lugar de salir pitando del cine como alma que lleva el diablo, se da de bruces con la triste realidad y piensa: "Un momento, ¿en esta película no salía también Bardem? ¡¿Todavía tiene que salir Bardem?! ¡¿Significa eso que faltan todavía unos veinte minutos para que esta tortura acabe?! ¡Nooooooo!". Así es, amigos, hemos sido todos y cada uno de los españoles carne de marketing. Nos han pretendido colar que Bardem participa en la película como un protagonista complementario a la Roberts, pero nada de eso. Resulta que el rostro tosco por excelencia del cine español es un personaje más de todos con los que Liz se encuentra, que aporta lo mismo (nada) de la misma manera (aburrida) que el resto de personajes. De ahí las comillas iniciales, por cierto. Qué bien.

Como toda buena película que tiene la superación, el conocerse a uno mismo y la autoayuda como pilar fundamental de la narración, los topicazos no podían faltar. Y si encima se trata de una mujer en el papel principal pues ya sabemos por dónde van a ir los tiros: las calorías. Impagable esa escena tan original y nunca antes vista en la que Liz le dice a su amiga sueca que coma toda la porquería que quiera sin preocuparse de las calorías, que sea independiente, una chica guay, saes. Para vomitar.

martes, 5 de octubre de 2010

MULHOLLAND DRIVE, David Lynch (2001) [8/10]

Todo el mundo que me había hablado de esta película me decía que no había por dónde pillarla, que uno no se enteraba de nada y que prácticamente se basaba en una sucesión de imágenes sin sentido y sin conexión unas con otras. Me puse a verla convencido de que iba a pasarme casi dos horas y media presenciando un inquietante espectáculo visual muy típico en el videoclip y que, por lo tanto, me iba a aburrir sobremanera. Pues bien, si bien es cierto que el filme es difícil de coger, también lo es que no hay que exagerar hasta el punto de ponerla como una sucesión de imágenes sin sentido. Es verdad, yo no la he terminado de dominar al cien por cien, vale, pero creo que si la veo dos veces más acabo por hacerme con ella. Sea como sea, creo que lo importante en Mulholland Drive de David Lynch no es encontrarle una lógica a lo que le sucede a los personajes, sino experimentar las sensaciones que éstos viven, meternos en la atmósfera y el mundo que nos propone David Lynch, rendirnos ante la película y aceptar sus reglas de juego. La prueba de ello es que Mulholland Drive es una cinta que, aun no habiendo atado todos los cabos, se puede disfrutar sin ningún problema. Y no estoy hablando de gafapastas ratas de videoteca, sino de espectadores medios. Evidentemente, aquéllos tendrán menos dificultad para disfrutar del filme que éstos, pero como ya digo, con varias veces que uno la vea puede llegar a entenderla en gran medida.
Si en La semilla del diablo de Roman Polanski hablábamos de que lo que realmente metía miedo al espectador era la atmósfera que el realizador conseguía, con David Lynch estamos ante el rey de las atmósferas, que nos obliga a no quitar la vista de la pantalla aún temiéndonos un sobresalto de un momento a otro.
Mulholland Drive no es una película cualquiera, eso está claro. Es otro tipo de cine, que te propone otra cosa totalmente distinta a la que te propone la práctica totalidad de la producción cinematográfica, y con esa premisa es difícil conseguir éxito entre el público no especializado. Creo que ése es uno de los aspectos más brillantes de esta película del creador de la mítica serie Twin Peaks, que siendo un filme tan especial puede ser disfrutado por cualquiera.
La forma de manejar la cámara es sublime, hay encuadres que quitan el hipo, los personajes son de lo más pintoresco y a la vez interesantes, todos los elementos de la película están perfectamente hilados, en otro tipo de estructura si se quiere, pero perfectamente hilados al fin y al cabo. Una película muy recomendable, que hay que ver con seis sentidos, y varias veces, pero que en ningún caso aburre, sino todo lo contrario. Por lo visto, el propio David Lynch reconoció que la obra se presta a tantas interpretaciones como espectadores, así que resulta todo un reto de obligada aceptación.

domingo, 3 de octubre de 2010

LA SEMILLA DEL DIABLO, Roman Polanski (1968) [6/10]

Una de las películas más conocidas de Roman Polanski, si no la más conocida y que le catapultó definitivamente al estrellato al ser la primera que produciría en Hollywood, es La semilla del diablo, que cuenta la historia de una pareja mudada a un nuevo piso donde esperan su primer bebé, cuyo parto traerá ciertas complicaciones.
En los papeles principales tenemos a unos más que profesionales Mia Farrow y John Cassavetes, que nos regalan una más que soberbia interpretación para nuestro disfrute.
Roman Polanski con La semilla del diablo se consagra como uno de los creadores de atmósferas más interesantes del séptimo arte, entre los que cabría también mencionar a otros más actuales como Haneke o Lynch. Y es que La semilla del diablo no es una película de miedo, o al menos, coincidiendo con otros que la han comentado, no hay que verla como una película de miedo, porque lo cierto es que no asusta, o por lo menos no asusta como estamos acostumbrados a que nos asusten.
En La semilla del diablo no hay sorpresas, no hay subidas repentinas de volumen, no hay gritos, ni niños maléficos ni abuelitas desdentadas ni payasos terroríficos; hay atmósfera, con la que Polanski nos mete en su mundo de una manera magistral.
Basada en la novela de Ira Levin, y con un ritmo lento que a veces llega incluso a hacerse aburrido, la principal pega que se le debería poner a la película es la traducción de su título, que revienta la miga del filme como un cartucho de dinamita. ¡Oh, Rosemary está embarazada del diablo, qué sorpresa! ¡Pero cómo se ha podido consentir semejante despropósito! La película me ha decepcionado, y creo que está muy sobrevalorada, aunque, repito, quizá sea (lo más seguro) porque el propio título te la revienta y uno espera que le sorprendan con algo que ya sabe.
De todas formas, a uno se le eriza el vello viendo hasta qué punto es fuerte el instinto maternal, porque ¿no es tu hijo al fin y al cabo? Pues quiérele.

viernes, 1 de octubre de 2010

CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS, Woody Allen (2010) [6/10]

Que el Woody Allen de hoy en día es muy diferente del que años atrás sorprendió con la que por algunos es catalogada como la mejor comedia romántica del cine (Annie Hall) es algo obvio. Si ya con Si la cosa funciona empezó a dar a entender que iba a ser difícil encontrar una producción firmada por él que siquiera se acercase a joyas como Desmontando a Harry, con la última que ha estrenado (Conocerás al hombre de tus sueños) el tío se ha lucido.
Y es que, a pesar de su relativamente corto metraje, la película se hace larguilla. Es poco graciosa tirando a aburrida, y únicamente la salvan la originalidad de sus personajes y la excelente interpretación de sus actores.
Más apreciado en Europa que en Estados Unidos, Woody Allen ofrece más de lo mismo: amores, desamores, celos, cuernos, picardía, etc, pero no es eso lo malo, faltaba más, sino que lo hace sin gracia y sin apenas interés. De hecho propongo encarcelar al tipo que catalogó el filme como comedia, porque más bien es un drama con toques cómicos sin gracia. Es posible que el bueno de Allen deba probar a contar otro tipo de historias. Quizá se haya encasillado (a sus años) en la comedia y la gente espera de él nada más que comedia.
Una vez más la influencia de Ingmar Bergman vuelve a aparecer (o quizá soy yo el que la quiere ver) en el neoyorquino: temas existenciales, menciones al teatro de Ibsen (conocida referencia del director sueco) y demás citas que nos vuelven a demostrar que Woody Allen es un cultureta-gafapasta de pro.