sábado, 28 de agosto de 2010

CON FALDAS Y A LO LOCO, Billy Wilder (1959) [8,5/10]

En 1959 el maestro Billy Wilder sorprende con una de las mejores comedias de la Historia del Cine como es Con faldas y a lo loco, protagonizada por el trío Lemon, Monroe y Curtis.
Jerry (Jack Lemon) y Joe (Tony Curtis) son un contrabajista y un saxofonista de una banda de música que apenas les reporta beneficios. Una mañana se enteran de que en Florida necesitan precisamente un contrabajo y un saxo para una actuación, con lo que si consiguen el trabajo podrían mejorar su situación económica. Pero hay una pega: lo que se necesitan son mujeres, porque la banda es femenina. Además, ocurre que los dos protagonistas han sido testigos de la matanza de San Valentín, por lo que se ven obligados a huir perseguidos por los mafiosos, y qué mejor forma de hacerlo que disfrazándose de mujeres e infiltrándose en la banda musical femenina rumbo a Florida.

A partir de aquí el genio Billy Wilder desarrolla una desternillante comedia que difícilmente conocerá parecido en otros filmes, donde vemos de lo que son capaces algunas personas con tal de conseguir algo de dinero en plena Depresión. En un primer momento puede parecer machista la representación que del comportamiento de la mujer protagonista, interpretada por la guapísima Marilyn Monroe, hace el realizador. No olvidemos que una de las principales metas en la vida de Sugar es casarse con un millonario, y que considera que un hombre le trata bien cuando le compra muchas cosas. No obstante, bien mirado esto se convierte más bien en una crítica precisamente a ese comportamiento, donde lo material cobra tanta importancia, y lo superficial parece ser lo único que cuenta.

Con faldas y a lo loco
constituye una clase magistral de lo que debe ser un buen guión, pues lo cierto es que nos encontramos ante una construcción perfecta. Es ingeniosísima la forma en que Wilder y I.A.L. Diamond articulan cada elemento de la historia para que esté en su sitio clavado. Nada sobra y nada falta, la historia funciona con la precisión de un reloj suizo y los personajes son creíbles y bordados al cien por cien. La excelente interpretación de los actores, destacando el fetiche de Wilder Jack Lemmon, pone la guinda para que esta obra sea considerada toda una joya del séptimo arte.

martes, 24 de agosto de 2010

LA HUELGA, Sergéi M. Eisenstein (1924) [7,5/10]

Unos obreros de una fábrica están hartos de su pésima situación laboral. La gota colma el vaso cuando un compañero, tras ser acusado de ladrón por sus jefes, decide poner fin a su vida. Estalla una huelga que se extenderá por todo el distrito y que enfrentará a los obreros contra los patrones y la policía enviada por éstos.

La huelga de Eisenstein es un ejemplo más de cómo el Gobierno de la URSS entendía el cine como medio para llegar a unas masas analfabetas en su mayoría. Como se irá viendo en otras producciones de cine soviético, el mundo obrero y del trabajo está continuamente presente, y siempre desde una óptica de clase. Vemos máquinas en movimiento, pobreza en las casas de los trabajadores, ropa sucia, asociación para hacer frente al enemigo, líderes revolucionarios, etc.
Eisenstein demuestra que es una figura decisiva en lo que a montaje se refiere, especialmente en esa escena donde se integran, mediante montaje paralelo, imágenes de obreros siendo masacrados por la policía con otras imágenes de vacas siendo sacrificadas en el matadero. Puro cine. Del mismo modo llama la atención la conciencia que Eisenstein tenía del poder de la imagen.
Hoy día nos parecen obvias e incluso maniqueas, pero la concatenación de imágenes que el cineasta ruso desarrolla otorga una fuerza al film impresionante. Esos primeros planos de patronos riendo enfrentados a los otros de los obreros sufriendo y llenos de ira, así como los fundidos entre imágenes que muestran obreros de brazos cruzados y máquinas parándose ponen los pelos de punta a cualquiera.
Destacan en el filme las preciosas tomas de las cargas en el edificio de apartamentos de los obreros, donde vemos que el director tiene un perfecto sentido de la composición del cuadro. También llama la atención la estremecedora escena del niño pequeño bajo los pies del caballo de la policía, o esa otra en la que un policía tira por el balcón al bebé de un obrero, imágenes que servirán de inspiración para la película que el año siguiente estará llamada a convertirse en una de las mejores obras de todos los tiempos: El acorazado Potemkin.

viernes, 20 de agosto de 2010

LA INFANCIA DE IVÁN, Andréi Tarkovski (1962) [7/10]

La primera película de uno de los directores soviéticos más importantes como es Andréi Tarkovski fue La infancia de Iván, la cual fue galardonada con el León de Oro en el Festival de Venecia de 1962.
La película nos cuenta cómo vive la guerra un chaval de unos doce años (Nikolai Burlyayev) que, tras haber sido su madre asesinada por los nazis en la guerra, realiza labores de espionaje para el ejército soviético.
Destaca la estética de esos sueños que tiene el joven Iván en los que recuerda a su madre, con extrañísimos movimientos de cámara y demás elementos vanguardistas que ya anticipaban que no se estaba ante cualquier director, sino que Tarkovski era alguien que iba a dejar su huella entre los dinosaurios del séptimo arte cuando abandonase esta vida. Y de hecho así fue. Andréi Tarkovski es considerado a día de hoy como uno de los mejores cineastas de todos los tiempos, aún a pesar de su corta filmografía truncada por la burocracia del Estado soviético. No obstante hay que decir que, a pesar de lo dicho, este filme dista bastante del posterior Andréi Rubliov, más cuidado estéticamente y más espiritual, aunque también es verdad que ambos filmes empiezan con una escena muy parecida: una persona volando.
Con unas preciosas imágenes de la madre de Iván que transmiten una nostalgia acerca de cómo podría haber sido la existencia del niño de no haber habido contienda, La infancia de Iván es una preciosa película que, lejos de cantar las glorias del Ejército Rojo, se dedica a reflexionar acerca del coste humano que la guerra trae consigo.

También hay que decir que esas escenas finales en las que vemos a Goebbels chamuscado y a los oficiales del Ejército Rojo bailando al son de la música soviética no tienen precio.


lunes, 16 de agosto de 2010

SOÑADORES, Bernardo Bertolucci (2003) [7/10]

La última película del director italiano Bernardo Bertolucci es Soñadores, ambientada en el mayo del 68’ francés. Matthew (Michael Pitt) es un universitario estadounidense que ha ido a estudiar a París, cuya filmoteca es la que le prepara mejor para conocer la lengua del país galo, de ahí que se pase allí tardes enteras viendo películas de todos los géneros y de todas las épocas. Es en la filmoteca donde conoce a Theo (Louis Garrel) e Isabelle (Eva Green), dos hermanos que mantienen una peculiar relación entre sí. Estos nuevos amigos le descubrirán un mundo nuevo a Matthew, tanto a nivel cinematográfico como a nivel sexual.
Soñadores es una película que, si bien no pretende recoger científicamente los hechos que acontecieron durante el mayo francés y mucho menos leerlos en clave política, sí busca traer a nuestros días el espíritu que invadía los corazones de todos aquellos jóvenes: cómo sentían, qué aire respiraban, hasta qué punto ellos se creían su revolución. Es el particular retrato que Bertolucci hace de esos años en los que se buscaba la playa bajo los adoquines de las plazas, se llevaban pósters de Mao y del tío Ho y se amaba la revolución.
El conflicto entre generaciones se hace patente cuando se deja claro que siempre serán mejor los padres de otros, pero nuestros abuelos siempre son los mejores. Adultos desencantados contra jóvenes soñadores y utopistas.
La película posee una cantidad de referencias que hace esbozar a todos los cinéfilos una sonrisa al verlas: ese querer batir el récord en recorrer el Louvre, esa música de Los cuatrocientos golpes, Isabelle creyéndose Jean Seberg vendiendo el New York Herald Tribune por los Campos Elíseos, discusiones acerca de quién es mejor: Búster Keaton o Charlie Chaplin, etc. Y todo ello envuelto en la música de Janis Joplin y discusiones sobre Eric Clapton y Jimi Hendrix.
Película genialmente contada que únicamente se viene abajo por la escasez de verosimilitud en la relación entre los hermanos. No estaría de más que se diese una mínima explicación acerca de su comportamiento, pero suponemos que entra dentro de las reglas del “todo vale” sexual por una mayor libertad del individuo.
Soñadores es cine, sexo y revolución, comunistas de salón amantes de la revuelta que únicamente contemplaban la revolución como fin en sí mismo, y no como medio para cambiar las cosas. Una hermosa obra de uno de los más importantes cineastas italianos.

jueves, 12 de agosto de 2010

EL HALCÓN MALTÉS, John Huston (1941) [7,5/10]

Basada en la novela homónima de Dashiell Hammett, El halcón maltés de John Huston es la película que supone el pistoletazo de salida del cine negro, así como la carta de presentación de su director. Con un genial Bogart y una no muy agraciada Mary Astor, John Huston realiza una obra maestra influida por el Expresionismo Alemán en cuanto a estética se refiere, que presenta una trama policiaca en un mundo en decadencia muy influido por los acontecimientos que golpeaban a Europa y que salpicarían también a los Estados Unidos.
Tras el asesinato de su socio Miles (Jerome Cowan), llega al despacho de Sam Spade (Humphrey Bogart) un misterioso señor Cairo, interpretado magistralmente por Peter Lorre, que pretende encontrar una figura de un halcón valorado en muchísimo dinero. A medida que la trama vaya avanzando el espectador se irá sumergiendo en una sociedad corrupta e individualista, donde uno no sabe de quién fiarse y a quien creer, porque parece que ninguno de los extraños personajes tiene buenas intenciones.
John Huston desarrolla la historia de Hammet, donde la búsqueda de ese halcón es la que hace avanzar la acción con un ritmo frenético. La figura del halcón sería, por lo tanto, aquello a lo que se refería Hitchcock cuando hablaba del mcguffin, ese material con el que se forjan los sueños.

Es la primera película de su director, quien aprendió el oficio por medio de otro peso pesado como es William Wyler. Hay que decir también que en la película sale el padre de John Huston, el actor Walter Huston, interpretando al marinero que trae el dichoso halcón al despacho de Spade. Se dice que, mientras que Huston era un hombre de rodajes rápidos, tuvo que rodar esta escena hasta veintitres veces.


domingo, 8 de agosto de 2010

LAS UVAS DE LA IRA, John Ford (1940) [8/10]

Tras haber realizado La diligencia, en 1940 John Ford vuelve a la carga con otra película que, en cierto modo, se le asemeja. Nos estamos refiriendo a Las uvas de la ira, basada en la novela homónima de John Steinbeck, quien fue galardonado con un Premio Pulitzer.
Decimos que se asemeja en el sentido en que, igual que pasaba en el ya mítico western, el director norteamericano demuestra la habilidad de concentrar en un espacio tan pequeño como un camión (en el caso de la película del 39 una diligencia) todas las características de la sociedad estadounidense del momento. Si en La diligencia veíamos a una puta, a un alcohólico y a un delincuente entre otros personajes que les marginan y les miran por encima del hombro, en Las uvas de la ira nos encontramos con una familia golpeada por la Gran Depresión que se ve obligada a emigrar a California en busca de trabajo. En este segundo caso es la economía la que les mira por encima del hombro, a ellos y a la gran parte de la población en su mayoría.
Lo cierto es que en la obra se pueden vislumbrar elementos característicos de la lucha de clases que incluso el propio Marx aprobaría. Asistimos a jornadas de huelga, en donde la familia de Tom Joad (Henry Fonda) ejerce sin quererlo de esquiroles. También vemos agitadores y perros al servicio de los terratenientes que buscan sembrar conflicto y caos.
Son muy llamativas esas conversaciones que Tom mantiene con su madre (Jane Darwell), destacando ese discurso final que se suelta Tom, y también el de la madre, el cual cierra la película. Las uvas de la ira es la historia de una época en la que era importantísimo no perderle el miedo al enemigo, enfrentarse a él y luchar contra las adversidades económicas que generaba su sistema. Así, vemos al predicador Casy (John Carradine) pasarse al bando del comunismo, por ejemplo.
En definitiva, Las uvas de la ira es una obra maestra del genio del western que sirve incluso como desmentido hacia aquellos que alguna vez tacharon a John Ford de carca y conservador.


miércoles, 4 de agosto de 2010

SECRETOS DE UN MATRIMONIO, Ingmar Bergman (1973) [5,5/10]

Johan (Erland Josephson) y Marianne (Liv Ullman) son un matrimonio aparentemente feliz, de clase media-alta y con dos niñas, Karin y Eva. Marianne trabaja como abogada familiar, y presta su ayuda a aquellas parejas que se están separando, de forma que puedan afrontar el divorcio de la manera menos dañina posible para ambos. Lo que no sospecha es que un día tendrá que ser ella la que actúe como paciente de sí misma, pues su relación con Johan empieza a empeorar.
En esta película tan abstracta de Ingmar Bergman, el autor explora los conflictos que se dan en toda relación sentimental, desde los celos hasta las infidelidades, pasando por el aburrimiento sexual. Decimos que se trata de una película abstracta porque está construida prácticamente en su totalidad a base de primeros planos, otorgando así mayor protagonismo al conflicto interno de los personajes, muy influido esto, seguramente, por el también director nórdico Carl Theodor Dreyer. El ser humano sabe mucha física y muchas matemáticas, pero no se conoce a sí mismo, no conoce su alma y su lado más sentimental y emocional, de ahí que las relaciones con nuestras parejas vengan tan cargadas de errores, malentendidos y discusiones. No obstante, una relación es algo más que un matrimonio y una firma en un papel, por lo que hay vida más allá de las rupturas y los divorcios.
La música es ausente, incluso en los títulos de crédito de fondo verde, y la fotografía vuelve a correr a cargo de Sven Nykvist. Muchos califican Secretos de un matrimonio como la obra maestra de Bergman, y sin duda nos encontramos ante un filme maduro y muy bien construido, pero su excesiva densidad la hace a veces un poco pesada.